Unidades de bibliometría y bibliotecas universitarias (publicado en IWETEL)

Como nota ThinkEPI, he publicado en la lista IWETEL el mensaje titulado Unidades de Bibliometría y Bibliotecas Universitarias: hacia la transparencia. (Enlace al texto completo en la lista IWETEL)


Unidades de bibliometría y bibliotecas universitarias: hacia la transparencia


Introducción 

Las unidades, servicios o departamentos de bibliometría se están convirtiendo en una consolidada tendencia o realidad para las bibliotecas universitarias.

Varios informes destacados de nuestro sector así lo vienen anunciando. El informe Horizon 2014, Library edition (Johnson, Adams Becker, Estrada & Freeman, 2014), recogía las tareas de bibliometría como una de las tendencias en bibliotecas universitarias para los siguientes dos o tres años: “Advances in bibliometrics are helping academic and research libraries maintain a competitive edge by maximizing the influence of their scientific outputs, and thus reinforcing their effort to gain funding”. En el informe New roles for the road ahead de la ACRL (Bell, Dempsey & Fister, 2015) se indica que: “The interest in expertise and research profiles, and the increased attention to research metrics, make this an area where library support for researchers will grow”. Por último, en el novedoso Plan Estratégico 2033 de la ARL Strategic Thinking and Design Initiative (2016), -en el que no se toman como punto de partida las necesidades actuales de la comunidad universitaria sino las que probablemente tendrán en un hipotético escenario 2033-, el término bibliometrics no aparece citado, sin embargo son conscientes de las nuevas métricas de la publicación científica y del papel que las bibliotecas “que aprenden” debe tener en ellas.

Cada vez aparecen más razones que justifican el creciente interés que están despertando estas unidades y sobre todo el de los líderes y gestores universitarios, por su creación y puesta en funcionamiento, motivo que finalmente ha sido el determinante en la creación de estas unidades. Es evidente la alta competitividad que se produce entre los centros universitarios para posicionarse en los rankings y para la captación de recursos económicos en época de crisis (Torres, 2015), evidenciado a los gestores de investigación universitarios “la necesidad de crear unidades de bibliometría propias que valoren el rendimiento científico de forma adecuada”  (Torres-Salinas y Jiménez-Contreras, 2012).

Por otro lado, son los propios investigadores y grupos de investigación los que demandan una mayor formación en el campo de la evaluación de la investigación científica, como se constata diariamente en bibliotecas universitarias, así como la necesidad de conocer las metodologías de mejores prácticas para la investigación (Sobarzo Sánchez & Chaviano, 2014) o datos cuantitativos sobre los resultados producidos (Torres-Salinas y Cabezas-Clavijo, 2012).

Como apuntaban también en su nota ThinkEPI Torres-Salinas y Cabezas-Clavijo (2012), no se trata sólo de tener éxito en los distintos programas/convocatorias de financiación y acreditaciones sino en la destreza para la recopilación y presentación de indicadores “que deberían ser herramientas insertadas en la rutina diaria para la buena gestión de las universidades y sobre todo para la verificación del cumplimiento de objetivos”. Esta práctica, por otro lado, debería extenderse a cualquiera de los indicadores que reflejen la actividad que se realiza en las organizaciones, máxime en organizaciones que son públicas y deben ser transparentes.

En España, uno de los máximos propulsores de las unidades de Bibliometría ha sido Daniel Torres-Salinas, sin duda por su trayectoria profesional. Torres-Salinas y Jiménez-Contreras (2012) señalaban tres factores que estaban propiciando la necesidad de una cultura de la evaluación científica por parte de las universidades: la intensificación cada vez mayor de los procesos de evaluación del profesorado y personal investigador (ANECA), la puesta en marcha de programas oficiales como los del Campus de Excelencia y la existencia de (carísimos) programas que colaboran en la evaluación de la investigación como InCites o Scival.

A todo esto podemos añadir la irrupción de nuevas métricas de evaluación del impacto de la producción científica, como ha sido la misma revolución que ha supuesto Google Scholar Citations, la oportunidad de las altmetrics (Aguillo, 2016) y la aparición de otras de índole más tradicional, por parte de los grandes proveedores de métricas de investigación, como puede ser CiteScore[i].

Por todo ello se hace necesario por un lado “la existencia de fuentes de información sobre la actividad científica de los investigadores, fiables, veraces y normalizadas, para la posterior elaboración de indicadores bibliométricos” (Torres-Salinas y Jiménez-Contreras, 2012). Aunque se ha realizado un gran esfuerzo en aras de la normalización en estos últimos años, éste sigue siendo el máximo problema unido al hecho de que en parte se utilizan para lo que no estaba entre sus objetivos iniciales. Por otro lado se siguen necesitando herramientas y programas que permitan el análisis y la visualización de estos datos, -programas que puedan ser asumidos por las Universidades-, y sobre todo, hace falta contar con expertos profesionales de distintos ámbitos, que tengan los conocimientos suficientes y experiencia adecuada para realizar esta tarea. 

Isidro F. Aguillo (2016) reconocía el papel de los bibliotecarios académicos en los procesos de evaluación “como actores clave, objetivos y neutrales en la provisión de información confiable, así como proveedores de métricas útiles sobre el rendimiento científico de individuos y grupos”. En este sentido las bibliotecas universitarias se han puesto las pilas y están ofreciendo todo un set de servicios de apoyo a los investigadores y asesoramiento en evaluación de la investigación, como se desprende de los resultados de la encuesta sobre innovación y servicios innovadores que REBIUN llevó a cabo en 2014 y del que hablaremos más adelante[ii].

Todas estas necesidades y realidades justifican la creación de unidades de trabajo específicas dedicadas a la bibliometría en el seno de las universidades, que junto a otros especialistas y servicios, profesionales de distintos ámbitos, integren la labor que han venido realizando las bibliotecas.
Además, en aras de la transparencia exigida en el uso de los indicadores bibliométricos, se insta a las instituciones a que adopten los diez mandamientos sobre buenas prácticas bibliométricas del Manifiesto de Leiden[iii]

No existe una abundante bibliografía sobre el tema y casi todo el peso de la bibliografía sobre unidades de bibliometría en España recae en Torres-Salinas y otros colaboradores, que han compartido sus conocimientos en numerosos cursos[iv] y [v], y en aportaciones a congresos[vi].

Modelo y funciones

Hace más de cuatro años que Torres-Salinas y Jiménez-Contreras (2012) propusieron un modelo de unidad de bibliometría para las universidades españolas que, con algunas ampliaciones, hoy sigue vigente. Su modelo se basaba en tres pilares fundamentales: 1) el control de las fuentes de información sobre investigación internas y externas; 2) la realización de informes de análisis, prospectiva y vigilancia y 3) la formación, asesoramiento y consulta experta.

Este modelo se ejemplificaba en esas fechas con las unidades de Bibliometría de las Universidades de Granada[vii] y Navarra[viii], que hoy por hoy siguen siendo los modelos a seguir.

1) La primera de las funciones de una unidad de bibliometría debe ser el conocimiento y difusión de las fuentes de información existentes sobre indicadores de investigación junto a la información del propio centro, es decir, los datos sobre la actividad científica de una institución. Sobarzo Sánchez y Chaviano (2014) reconocen la importancia en esta fase de conocer y evaluar la investigación institucional y de los grupos de investigación.

Se hace necesario por tanto el trabajo con dos tipos de fuentes que deben estar interconectadas, las externas que incluyen los tradicionales índices de citas como el WoS y sus productos que ofrecen indicios de calidad (JCR) y los productos para la evaluación de la actividad científica como InCites o Scival y por otro lado, las bases de datos internas que han recopilado las propias universidades (de proyectos de investigación, contratos, tesis o sexenios). Existen universidades que cuentan con sistemas de información científica basados en el Curriculum Vitae Normalizado (CVN), los sistemas de información científica o CRIS (Current Research Information Systems). Ejemplo de ello es el caso de Andalucía y su Sistema de Información Científica de Andalucía (SICA 2). Por experiencia sabemos que estos sistemas presentan grandes inconvenientes de normalización y entrada de datos y resultan inestables.

Como resultado de la suma de ambas fuentes, la nueva base de datos se enfrenta a problemas de normalización que hay que solucionar de forma periódica y un mantenimiento constante, ya que la información actualizada hay que ofrecerla sin interrupción. Torres-Salinas y Jiménez-Contreras (2012) recomendaban la necesidad de tener una serie de consultas predefinidas que ofrecieran indicadores de forma rápida a cualquier agente del sistema y cuyo objetivo era alimentar un cuadro de mando.

En Navarra este sistema se denomina Científicacvn[ix], la herramienta oficial de gestión de datos de investigación de la Universidad de Navarra y se alimenta de los sistemas de índices tradicionales (WoS y Scopus y JCR) que combina con productos del centro, departamento o investigadores. Su función es generar un cuadro de mando bibliométrico de producción e impacto de diferente naturaleza, como el número de documentos citables o las citas de sus investigadores. En la Universidad de Granada la solución es similar pero su aplicación Livemetrics <http://livemetrics.ugr.es/> integra otras fuentes (registros del profesorado, bases de datos de proyectos  y contratos OTRI, JCR, el CIRC y datos del SICA2). Permite obtener un cuadro de mando, consultas directas y visualización de datos en pantalla.

Por otro lado, el panorama de los indicadores del impacto de la producción científica se ha complicado en estos últimos años. Aguillo (2016) agrupa los indicadores en cuatro categorías, bibliométricos, webmétricos, altmétricas y métricas de uso (ficheros log de visitas a sitios web propios de investigación). Sin lugar a dudas, además de Google Scholar Citations y su posición cada vez más relevante, las altmétricas, las métricas complementarias de la producción científica, han despertado un notable interés y generado grandes expectativas en el mundo académico. Las altmetrics ofrecen indicadores del impacto social sobre productos de investigación más allá del artículo científico. El informe Horizon 2014, Library edition (Johnson, Adams Becker, Estrada & Freeman, 2014), que ya comentamos, habla de las altmetrics como una tendencia en dos o tres años. Lo que ya sabemos tanto por los estudios realizados como la propia realidad, es que las altmetrics no ofrecen un dibujo completo del impacto académico, como tampoco lo hacen las métricas tradicionales (Bornmann 2014; Konkiel 2016; González-Fernández-Villavicencio, 2016).

2) La segunda de las funciones de una unidad de bibliometría, continuando con Torres-Salinas y Jiménez-Contreras (2012), es la generación de informes de análisis, prospectiva y vigilancia y difusión. Para Sobarzo Sánchez y Chaviano (2014) “La posibilidad de observar las tendencias en campos científicos desde los indicadores de visibilidad, producción, impacto y colaboración y desde fuentes de corriente principal, posibilita encauzar las líneas de investigación en busca de mayor impacto a mediano y largo plazo”.

Uno de los temas que más preocupa a las universidades es la posición que ocupan en los distintos rankings y las razones tras esas posiciones. Se hace necesario desplegar políticas estratégicas para acciones concretas (Torres, 2015) y esto ha llevado a que algunas instituciones estén contratando expertos en análisis de ranking universitarios[x]. Para Torres-Salinas y Cabezas-Clavijo (2012), la clave de su estudio está en analizar los datos que ofrecen como fuentes de información y menos como productos definitivos.

Los informes que se generan en estas unidades dan respuesta a consultas puntuales pero también a aquellas de mayor envergadura como las relacionadas con los procesos de evaluación o con los planes estratégicos de las universidades. “Algunos de estos informes pueden ser los bibliométricos convencionales, de carácter anual sobre el estado de la investigación para las memorias de investigación; los especializados, sobre un aspecto en concreto que tenga interés estratégico; de divulgación dirigidos a un público no experto y para convocatorias, que supongan una fuente de financiación” (Torres-Salinas & Jiménez-Contreras, 2012). Aguillo (2016) propone un modelo de protocolo para la realización de informes de evaluación científica por parte de los bibliotecarios encargados de “recopilar las métricas de fuentes confiables, organizar los datos en indicadores claros y actualizados, y producir el informe cuantitativo que sirva para la discusión del comité”.
Cada vez más este conjunto de informes debe integrar la posibilidad de realizar benchmarking entre instituciones, como puede verse en el producto Livemetrics de la Universidad de Granada[xi].

Por último, la divulgación de los resultados de estos informes y del cuadro de mando es también cometido de la unidad de bibliometría para la promoción, visibilidad y posicionamiento de la institución. Se trata de un trabajo que hay que hacer en colaboración con los servicios de comunicación de las universidades, a través del uso de los distintos medios, de especial interés los sociales, y con campañas de marketing que permitan la divulgación de los objetivos en este campo científico. Samuelson (2016) integra la figura del experto en comunicación científica en estas unidades de bibliometría que dependen en muchos casos de las bibliotecas universitarias, como forma de invertir en un mejor futuro de la difusión científica, y cita en este caso las Universidades de California Berkeley, Davis, Duke y Harvard así como la de Toronto, que han contratado expertos en comunicación científica.

En un entorno móvil como estamos, no es de extrañar la creación de apps para la divulgación científica. La Unidad de Bibliometría de la Universidad de Granada ofrece una app con un ranking de investigadores según las citas que reciben[xii], no exenta de polémica.

Un aspecto destacado en la producción y difusión de los resultados es la visualización de los datos de investigación. Ejemplo de ellos es el ya mencionado Livemetrics, el proyecto de visualización de datos del Vicerrectorado de Investigación y Transferencia de la Universidad de Granada, que surge dentro del Medialab en colaboración con la Unidad de Bibliometría. No olvidemos que la visualización de los datos es hoy día tema destacado en los congresos del sector[xiii].

3) Como tercera función de las unidades de Bibliometría, Torres-Salinas y Jiménez-Contreras (2012) situaban la formación, asesoramiento y consulta experta. El personal de la unidad de bibliometría debe ser responsable de la formación que necesitan los investigadores, grupos de investigación e instituciones para mejorar sus procesos de investigación (Sobarzo Sánchez & Chaviano, 2014) y para el asesoramiento personalizado de los investigadores sobre los distintos procesos de evaluación y alegaciones a los procesos (ANECA) y sobre concursos para la financiación de la investigación. 

El peso de esta tarea formativa ha sido asumido en la mayoría de las instituciones por el personal de las bibliotecas universitarias, como indica un reciente informe de Primary Research Group (2016) sobre el uso de los indicadores métricos y altmetricos de las bibliotecas universitarias. A nivel nacional, podemos también constatar este hecho a través de los resultados de la encuesta que llevó a cabo REBIUN sobre servicios innovadores en 2014[xiv]. La formación de esos bibliotecarios ha sido en gran medida autodidacta aunque en muchos casos se ha organizado desde la institución e impartida por expertos en estos temas. Para Petersohn (2014), el 80% de los bibliotecarios ha adquirido estas habilidades en el trabajo, mediante autoformación o formación in situ.

La formación a los investigadores que imparten las bibliotecas se ha llevado a cabo tanto a partir de iniciativas solitarias de la biblioteca como en colaboración con otras unidades o servicios como el ICE, o programas de doctorado. Cada vez más se incluye formación sobre métricas altmétricas y se han elaborado guías específicas para asesorar a los investigadores en su conocimiento y uso (Guía sobre altmetrics de la Biblioteca de la Universidad de Sevilla <http://guiasbus.us.es/altmetrics>). Varios estudios dentro y fuera de España ponen de manifiesto el desconocimiento general existente entre los bibliotecarios universitarios sobre las altmétricas pero también la necesidad de su formación (Malone & Burke, 2016; González-Fernández-Villavicencio, Domínguez-Aroca, Calderón-Rehecho & García-Hernández, 2015).

Otros autores (Sobarzo Sánchez & Chaviano, 2014) hablan también entre las funciones de una unidad de bibliometría, de la gestión y mejoramiento de las revistas científicas y el asesoramiento en la selección de las revistas en las que publicar, aunque este aspecto se incluye en este apartado de formación y asesoramiento de Torres Salinas y Jiménez-Contreras (2012).

Otros cometidos más novedosos que incluimos en esta tercera función es la propuesta por Thompson y French (2016)  y llevado a cabo en la Queensland University of Technology QUT en Australia. Consiste en el asesoramiento y formación de los investigadores, no sólo en la creación y mantenimiento de sus perfiles de autor en medios sociales, sino también en el seguimiento de los mismos mediante un asesoramiento personalizado que contribuya a desarrollar una marca institucional y personal.

Implementación del servicio

La implementación del servicio va a depender de las necesidades actuales y futuras de la propia Universidad, sus investigadores y grupos de investigación (Sobarzo Sánchez & Chaviano, 2014) y debe estar bajo el paraguas del Vicerrectorado de Investigación del que dependerá la coordinación, planificación y reparto de competencias.

Las funciones y tareas de una unidad de bibliometría pueden ser ofrecidas y de hecho se ofrecen por unidades y servicios distintos. Aunque en algunas instituciones es el servicio de bibliotecas quien se encarga de la elaboración de informes bibliométricos, en otras se han desarrollado unidades específicas en las que no siempre cuentan con personal bibliotecario (García Romero, Escudero Gómez, Gómez Sánchez, & Estrada Lorenzo, 2015).  Concretamente en el artículo de referencia de Torres-Salinas y Jiménez-Contreras (2012), no figuran las bibliotecas universitarias aunque los autores indican que algunas de estas funciones se realizan desde este tipo de bibliotecas o servicios OTRI o el ICE, y que se deberían crear unidades con una cobertura más amplia y mayor visibilidad dentro de los organigramas de las universidades. Otros autores abogan por la presencia fundamental de la biblioteca en estas unidades (Aguillo, 2016; Petersohn, 2014) o de forma integrada (Sobarzo Sánchez & Chaviano, 2014).

Lo más recomendable sería la colaboración de los profesionales que más experiencia tienen en estas tareas como son los bibliotecarios universitarios, pero también informáticos, estadísticos, el propio ICE, la OTRI y cualquier otra unidad de investigación que exista en la Universidad. Desde todas las instancias se aboga por una convergencia de servicios, difícil pero cada vez más necesario. Sin duda las unidades de bibliometría deben aprovechar los conocimientos de los expertos en temas de investigación que hay en la Universidad. Requiere de un personal multidisciplinar que abarque no solo conocimientos sobre bibliometría y evaluación de la actividad científica, sino también otra formación como técnicas estadísticas, visualización de la información, informática (programación y bases de datos) o comunicación y divulgación científica a través de distintos media.

Habilidades del personal que trabaja en bibliometría

Es importante identificar las habilidades del personal que debe trabajar en estas unidades de bibliometría, “expertos que garanticen la exhaustividad en la recopilación de la información y elaboración final de los indicadores” (Torres-Salinas y Jiménez-Contreras, 2012) y no interpreten de forma incorrecta los datos aportados por los indicadores tras “un seminario de cuatro horas sobre Wos/Scopus” (Aguillo, 2016).

La Universidad de Sheffield está llevando a cabo un estudio financiado por Elsevier Research Intelligence Division, a través del foro Lis-Bibliometrics, para desarrollar el conjunto de habilidades o competencias que debe tener el personal que trabaja en estas unidades, dividiendo estas competencias en las básicas de bibliometría que cualquier profesional debería tener, las nucleares para los que tienen ya alguna responsabilidad y las avanzadas o especializadas para la toma de decisiones. Los resultados se conocerán en este año 2017[xv]. El objetivo es asegurar que este personal puede llevar a cabo su cometido de forma correcta. Concretamente estas competencias deberían ayudar al personal a evaluar sus propias habilidades e identificar las necesidades formativas de las que adolecen, ayudar a la organización a desarrollar programas formativos y dar soporte a su personal para que desarrolle las habilidades bibliométricas necesarias y por último ofrecer información a los Information Schools [xvi], para que se aseguren de que la formación que ofrecen a los futuros profesionales está en consonancia con lo que les va a demandar la profesión.

La situación de las unidades de bibliometría hoy día

A nivel internacional existen algunos informes a partir de los cuales se pueden extraer indicios acerca de la situación de las unidades de bibliometría en el mundo, en las que participan las bibliotecas universitarias. Uno de ellos es el informe de Primary Research Group (2016) que ya hemos citado, sobre el uso de la bibliometría y altmetría por las bibliotecas universitarias. En este informe se muestra el uso de varios indicadores bibliométricos y altmétricos de 20 universidades de investigación ubicadas en distintas partes del mundo, y en el que participó la Biblioteca de la Universidad Politécnica de Cataluña. Muestra las actividades bibliométricas que estas bibliotecas llevan a cabo en su quehacer diario. Por ejemplo, el 50% ayuda a sus investigadores a obtener el ResearcherID de Thomson Reuters, el 60% considera que la petición de servicios bibliométricos ha aumentado de forma significativa, el 10% considera que de forma considerable y sólo el 5% indica que ha disminuido ligeramente. El uso de métricas para la evaluación de los medios sociales sigue siendo muy testimonial, tan sólo el 5% utiliza Facebook Insight en sus mediciones altmétricas.
Ejemplo de Departamento de Bibliometría es el de Universidad de Viena[xvii], muy conocido a través de las publicaciones de Juan Gorraiz, que surge en 2008 como parte de los Servicios Bibliotecarios y dependiendo directamente del Vicerrectorado de Investigación de la Universidad de Viena. Una de las ventajas que destaca sobre la idoneidad de los bibliotecarios para esta unidad es su libertad frente a tendencias científicas y su independencia e interdisciplinariedad, además de sus conocimientos específicos sobre bibliometría adquiridos a lo largo del tiempo. Una tendencia que estamos constatando y que se lleva a cabo en este departamento es la elaboración de informes bibliométricos individualizados, que aunque consumen mucho tiempo, provocan un cambio positivo a nivel individual y es beneficioso a nivel institucional a largo plazo (Gorraiz, Wieland & Gumpenberger, 2016). Esta tarea concretiza aún más y llena de contenidos y sentido las funciones de una unidad de bibliometría. Y sin duda potencia el papel de la biblioteca universitaria en el contexto universitario.

En cuanto a las bibliotecas universitarias españolas, son significativos los resultados de la encuesta llevada a cabo por REBIUN en 2014[xviii]. De las 44 bibliotecas que respondieron, el 43% participaba en la gestión y/o mantenimiento de un sistema de información (CRIS); el 22% participaba en la elaboración de informes bibliométricos por encargo del Vicerrectorado de Investigación o autoridad académica competente; el 59% participa en la gestión de herramientas para la evaluación de la investigación desarrollada en la Universidad y el 45% en la elaboración de la Memoria de Investigación de la Universidad. Todas las bibliotecas que respondieron a la encuesta asesoraban a sus investigadores sobre la documentación a presentar para acreditaciones y sexenios, en temas de propiedad intelectual y en el uso de los diferentes índices de evaluación de revistas científicas.

Aunque las acciones son diversas, la tendencia ha sido centrarse en la gestión de la producción científica, la integración de los CRIS y los repositorios, normalización de la forma de autor y la implantación del ORCID y la creación de unidades de bibliometría en las que participa el personal de la biblioteca. En el anexo 14 del informe, puede verse el inventario de actuaciones declaradas por las bibliotecas. En este inventario se observa además que hay cuatro bibliotecas universitarias que coordinan o colaboran con la unidad, servicio u oficina de Bibliometría, la de las Palmas de Gran Canaria, Navarra, Granada y Cardenal Herrera CEU y una que está realizando estudios de bibliometría, la Universidad de Sevilla.

Destacaremos algunos ejemplos de bibliotecas universitarias españolas que tienen ya en marcha sus unidades de bibliometría, o se encuentran en proceso, sin ánimo de ser exhaustivos ya que no correspondería al ámbito de una nota ThinkEPI.

Podemos hablar de unas primeras unidades de bibliometría ya consolidadas como son la de la Universidad de Granada y aquellas otras que integran a las bibliotecas universitarias.

     Unidad de Bibliometría de la Universidad de Granada. Se creó dependiendo del Secretariado de Promoción de la Investigación del Vicerrectorado de Política Científica e Investigación[xix]. En estos últimos años se está trabajando en la transparencia de la unidad hacia los investigadores y la sociedad con la apertura de los datos de investigación y currículum de los investigadores y hacia la ciencia abierta, como puede verse en su producto Livemetrics[xx].
     Unidad de Bibliometría de la Universidad de Navarra en la que colabora la Biblioteca[xxi].
     Unidad de Bibliometría de la Universidad de las Palmas de Gran Canaria <https://biblioteca.ulpgc.es/unidad_de_bibliometria>, que se creó en 2013 y está compuesta por 3 profesores y 4 bibliotecarios, entre ellos, la Dirección de la Biblioteca.

Portales de investigación.
     Portal INVESTIGA[xxii] de la Universidad de la Rioja, la base de datos de la producción científica de la UR que está alimentada por el CRIS institucional, además de bases de datos bibliográficas, y se elaborada desde la Biblioteca. Contiene indicios de calidad e indicadores para la evaluación de la actividad científica de la Universidad.
     Portal FUTUR <http://futur.upc.edu/sobre> del Servei de Biblioteques, Publicacions i Arxius de la Universitat Politècnica de Catalunya en colaboración con otras unidades de la UPC. Es el portal de la producción científica de los investigadores de la UPC.

Unidades de Bibliometría de las bibliotecas
     Unidad de Bibliometría de la Biblioteca de la Universidad Cardenal Herrera[xxiii]
     Unidad de Bibliometría de la Biblioteca de la Universidad de Cádiz[xxiv]

Unidades de Bibliometría en proyecto
     Unidad de Bibliometría de la Universidad de Sevilla. En el marco estratégico de referencia 2016/2020 de Investigación[xxv], de la Biblioteca Universitaria, aparece como objetivo “Impulsar y colaborar en la Unidad de Bibliometría de la US”, que podrá ser una realidad en el 2017 bajo la coordinación de la Biblioteca.
     Unidad de Bibliometría de la Universidad Complutense de Madrid. En el Plan Estratégico de la UCM2020 de Investigación[xxvi] aparece la creación de la Unidad de Bibliometría formada por el Centro de Inteligencia Institucional, Vicerrectorados de Calidad, Tecnologías y Planificación, Biblioteca central, Facultad de CC Documentación y el Servicio de Investigación.

Conclusiones

Las unidades de bibliometría son una realidad cada vez más extendida debido sobre todo al interés de los gestores de las instituciones académicas por mejorar los resultados de la producción científica y su propia política científica. Las bibliotecas universitarias están jugando y seguirán haciéndolo un papel decisivo en el conocimiento de indicadores y herramientas de evaluación de la investigación, en la formación y asesoramiento y en la elaboración de informes, productos y herramientas, -en colaboración con otros agentes universitarios-, para facilitar el acceso a los resultados de investigación por parte de los investigadores, la institución y la sociedad en general, de forma cada vez más transparente. Su integración y en muchos casos coordinación de estas unidades, es una garantía de profesionalidad, anonimato e interdisciplinariedad.

Se necesitan bibliotecarios expertos en estas herramientas, que comprendan al científico y que sean también visionarios, capaces de ver las oportunidades que ofrece el cambiante panorama de la investigación y el compromiso con la transparencia institucional y la rendición de cuentas a la sociedad.

Bibliografía
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Bornmann, L. (2014). Do altmetrics point to the broader impact of research? An overview of benefits and disadvantages of altmetrics. Journal of Informetrics, 8(4), 895–903. http://doi.org/10.1016/j.joi.2014.09.005
García Romero, A., Escudero Gómez, C., Gómez Sánchez, A. F. & Estrada Lorenzo, J. M. (2015). El papel de las bibliotecas en la evaluación de la investigación. Indicadores bibliométricos y altmétricos. En XV Jornadas Nacionales de Información y Documentación en Ciencias de la salud. Recuperado de: http://eprints.rclis.org/25621/
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Thompson, E., & French, S. (2016). Pimp my Profile and the Researcher Profile Health Check: Practical, individualised researcher support initiatives co-created by library and faculty. En ALIA National Conference 2016, 29 August - 2 September 2016, Adelaide, S.A. Recuperado de: http://eprints.qut.edu.au/98649/

[vi] Seminarios sobre Bibliometría https://seminarioec3.wordpress.com/
[vii] Unidad de Bibliometría de la Universidad de Granada http://investigacion.ugr.es/ugrinvestiga/pages/unidad-de-bibliometria
[xvi] Véase el reciente ThinKEPI sobre Information Schools: estado actual, tendencias y propuestas de Alexandre López-Borrull y Josep Cobarsí-Morales https://listserv.rediris.es/cgi-bin/wa?A2=ind1612D&L=IWETEL&F=&S=&P=81
[xix] Unidad de Bibliometría de la  Universidad de Granada http://investigacion.ugr.es/ugrinvestiga/pages/unidad-de-bibliometria
[xxi] Servicio de Bibliometría de la Universidad de Navarra http://www.unav.edu/web/biblioteca/investigacion-aprendizaje/servicio-de-bibliometria 
[xxv]  Biblioteca de la Universidad de Sevilla http://bib.us.es/sites/bib3.us.es/files/marco_linea4.pdf 

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