Este tipo parece que habla desde un caballo
Estoy leyendo el libro de Enrique Dans "Todo va a cambiar" y confieso que me está gustando y entreteniendo. Pero este post no va de su libro sino de un comentario sobre su libro leido en el blog Cosecha del 66, en el que el autor habla de su Obsesión por Enrique Dans.
Reconozco tambien que pensé lo mismo, por qué no lo ha ofrecido con descarga libre como hizo Javer Celaya con su libro La empresa en la web 2.0, y que me animó a la compra de mi ebook.. Pero me lo compré, me interesaba por encima de todo leerlo. Y ahora lo estoy disfrutando.
Mi reflexión va sobre una frase en este blog que comento, referido a Dans: Este tipo parece que habla desde un caballo. Se trata de una expresión argentina, pero bien podría haber procedido de Andalucía, el señorito, el caballo, la feria... Hasta en la batalla de Munda fué estrategico para Cesar la intervención de la caballería de Mauritania.
Volviendo a la frase, hace referencia a esa actitud prepotente..., algo paternalista, de superior a inferior, etc. Y me ha hecho pensar en determinados bibliotecarios..., podría haber sido cualquier otra profesión, pero qué le voy a hacer, es lo mio.
Por qué determinadas bibliotecas, bibliotecarios, ¿parece que hablan siempre desde un caballo? ¿No se dan cuenta de que esa actitud ya no cuela? Y no cuela como actitud frente a los usuarios, pero tampoco como forma de gestionar personas o relacionarse con otras bibliotecas.
En primer lugar porque si no demuestran lo contrario, la gente sabe lo que quiere, y llegados a este punto, no necesitan que nadie les diga como tienen que hacer las cosas, ni van a venir a que se les cuente como es, y si vienen, desde luego su número no resulta significativo.
Esta situación podría darse en muchos contextos: entre bibliotecas, entre bibliotecarios, con los usuarios, con otros colectivos profesionales, servicios o unidades dentro de la misma institución.
Pero vamos a fijarnos en esta ocasión en un ejemplo, nuestros portales web, que ya han salido a relucir en varias ocasiones en este blog: los diseñamos nosotros mismos y aquellos que pueden y quieren, invierten grandes recursos; los llenamos de la información que a nosotros nos parece útil, los organizamos y presentamos como a nosostros nos gustaría encontrarlos, nosotros que somos los bibliotecarios, nos ponemos en el lugar del usuario y decidimos cómo van a buscar la información y cómo debemos ofrecerla. Es decir: Nos subimos al caballo.
Pero después pasa lo que pasa.
Las aguas vuelven por sus lares y reclaman lo que es suyo (ya lo hemos visto y sufrido este invierno de aguas en Andalucía), y los usuarios reclaman sus "formas" de buscar la información y se niegan a usarla en la forma en la que "nosotros los bibliotecarios queremos". Y así descubrimos que no están usando nuestros recursos como nosotros creemos, que no entran por ese portal tan trabajado sino por el enlace "atajo" que les resulta mucho más comodo y rápido, por ejemplo un enlace directo desde la web de la Universidad. El problema surge cuando ese comportamiento se desconoce, se actua en consecuencia y el usuario protesta con distintos niveles de energía.
Los números cantan y los datos que arrojan los programas estadísticos demuestran que los usuarios reproducen en nuestros portales web el mismo comportamiento que tienen en "sus sitios web", algo en lo que no habíamos caido. ¿Cómo si no se explica que el acceso al catálogo se haga mayoritariamente a través de la opción "mi cuenta" en la homepage de la biblioteca y no desde el acceso directo al catálogo?.
Decididamente el paradigma del jardín japonés cobra en este contexto su mayor relevancia. Como decía Didac Margaix en las XIII Jornadas Nacionales de Información y Documentacion en Ciencias de la Salud, ya hemos aprendido con los CRAIs que debemos dejar los espacios en manos de los usuarios, sin embargo no hacemos lo mismo con los espacios virtuales.
La actitud de subido al caballo no se sostiene ni en el diseño de las páginas web ni en ningún otro escenario, precisamente ahora en que desde tantos frentes estamos empeñados en enseñar una actitud crítica y reflexiva, en enseñar/aprender a pensar. Una de las grandes empresas en estos momentos para las bibliotecas es precisamente formar a los usuarios en competencias digitales, en ser críticos y reflexivos. Esta actitud de "subido al caballo" no se sostiene en este nuevo entorno.
Las nuevas generaciones no quieren jefes, personas autosuficientes que hablen siempre desde esa posición, porque las relaciones de jerarquía son naturales y no se imponen.
Reconozco tambien que pensé lo mismo, por qué no lo ha ofrecido con descarga libre como hizo Javer Celaya con su libro La empresa en la web 2.0, y que me animó a la compra de mi ebook.. Pero me lo compré, me interesaba por encima de todo leerlo. Y ahora lo estoy disfrutando.
Mi reflexión va sobre una frase en este blog que comento, referido a Dans: Este tipo parece que habla desde un caballo. Se trata de una expresión argentina, pero bien podría haber procedido de Andalucía, el señorito, el caballo, la feria... Hasta en la batalla de Munda fué estrategico para Cesar la intervención de la caballería de Mauritania.
Volviendo a la frase, hace referencia a esa actitud prepotente..., algo paternalista, de superior a inferior, etc. Y me ha hecho pensar en determinados bibliotecarios..., podría haber sido cualquier otra profesión, pero qué le voy a hacer, es lo mio.
Por qué determinadas bibliotecas, bibliotecarios, ¿parece que hablan siempre desde un caballo? ¿No se dan cuenta de que esa actitud ya no cuela? Y no cuela como actitud frente a los usuarios, pero tampoco como forma de gestionar personas o relacionarse con otras bibliotecas.
En primer lugar porque si no demuestran lo contrario, la gente sabe lo que quiere, y llegados a este punto, no necesitan que nadie les diga como tienen que hacer las cosas, ni van a venir a que se les cuente como es, y si vienen, desde luego su número no resulta significativo.
Esta situación podría darse en muchos contextos: entre bibliotecas, entre bibliotecarios, con los usuarios, con otros colectivos profesionales, servicios o unidades dentro de la misma institución.
Pero vamos a fijarnos en esta ocasión en un ejemplo, nuestros portales web, que ya han salido a relucir en varias ocasiones en este blog: los diseñamos nosotros mismos y aquellos que pueden y quieren, invierten grandes recursos; los llenamos de la información que a nosotros nos parece útil, los organizamos y presentamos como a nosostros nos gustaría encontrarlos, nosotros que somos los bibliotecarios, nos ponemos en el lugar del usuario y decidimos cómo van a buscar la información y cómo debemos ofrecerla. Es decir: Nos subimos al caballo.
Pero después pasa lo que pasa.
Las aguas vuelven por sus lares y reclaman lo que es suyo (ya lo hemos visto y sufrido este invierno de aguas en Andalucía), y los usuarios reclaman sus "formas" de buscar la información y se niegan a usarla en la forma en la que "nosotros los bibliotecarios queremos". Y así descubrimos que no están usando nuestros recursos como nosotros creemos, que no entran por ese portal tan trabajado sino por el enlace "atajo" que les resulta mucho más comodo y rápido, por ejemplo un enlace directo desde la web de la Universidad. El problema surge cuando ese comportamiento se desconoce, se actua en consecuencia y el usuario protesta con distintos niveles de energía.
Los números cantan y los datos que arrojan los programas estadísticos demuestran que los usuarios reproducen en nuestros portales web el mismo comportamiento que tienen en "sus sitios web", algo en lo que no habíamos caido. ¿Cómo si no se explica que el acceso al catálogo se haga mayoritariamente a través de la opción "mi cuenta" en la homepage de la biblioteca y no desde el acceso directo al catálogo?.
Decididamente el paradigma del jardín japonés cobra en este contexto su mayor relevancia. Como decía Didac Margaix en las XIII Jornadas Nacionales de Información y Documentacion en Ciencias de la Salud, ya hemos aprendido con los CRAIs que debemos dejar los espacios en manos de los usuarios, sin embargo no hacemos lo mismo con los espacios virtuales.
La actitud de subido al caballo no se sostiene ni en el diseño de las páginas web ni en ningún otro escenario, precisamente ahora en que desde tantos frentes estamos empeñados en enseñar una actitud crítica y reflexiva, en enseñar/aprender a pensar. Una de las grandes empresas en estos momentos para las bibliotecas es precisamente formar a los usuarios en competencias digitales, en ser críticos y reflexivos. Esta actitud de "subido al caballo" no se sostiene en este nuevo entorno.
Las nuevas generaciones no quieren jefes, personas autosuficientes que hablen siempre desde esa posición, porque las relaciones de jerarquía son naturales y no se imponen.
Comentarios
Esto vale para webs, catálogo, normas de uso en la biblioteca...para todo.
Sí creo que estamos demasiado encorsetados y el corsé dejó de usarse hace mucho.